miércoles, 18 de agosto de 2010

MENUDO EL REENCUENTRO













Eres como una predicción de las buenas
Eres como una dosis alta en las venas
Y el deseo gira en espiral
Porque mi amor por ti es total
Y es para siempre.
S.

Cuatro años, dos malentendidos, desasosiego, distancia y dudas. Eso había quedado entre nosotros, además de la culpa bizarra que sentí después de abrir mi gran bocota. Cuarenta y ocho meses pasados entre el olvido y los sueños, abro la cuenta de liliana, que estaba a punto de hacer desaparecer y me encuentro con un escueto mensaje: 35 golpes directamente de tus dedos hacia la red que habría de reunirnos.

No lo creí al principio, dudé, me pregunté cómo o porqué, hasta llegué a pensar en algo grave… no sé: era demasiada felicidad, demasiado fácil. Tecleo unos garabatos y recibo respuesta casi inmediata y cuando menos lo espero estoy hablando contigo, con el tono amoroso de nuestros mejores días. Me cuentas que te separaste al fin, quedamos de vernos, tengo miedo… todo este tiempo creí que me odiabas.

Viernes millonario, a falta de plan me voy con la pequeña a echar trago, vienes por mi… me tiemblan las piernas y el corazón. Al final te veo, más maduro, más guapo, nervioso tu también. Llevamos a Marie Anne a su casa y vamos manejando rumbo a tu casa, al lugar que pensé nunca volver a pisar.

Estamos solos cara a cara. Hablamos, no se cuanto tiempo pasa, aclaramos las cosas del pasado. Entonces, cuando te platico de mis amores fallidos, te cambia la expresión del rostro, te acercas a mí, me tomas las manos. Se acercan nuestras bocas, sentimos la respiración del otro e iniciamos este reencuentro con un beso largo, largo, eterno. No se puede más, nos levantamos en un abrazo que desprende nuestras ropas en un instante.

De pie, abrazados, totalmente desnudos volvemos a reconocernos, el recuerdo animal de nuestros cuerpos fundidos, el instinto que huele a madera, a pasado, a felicidad. Es ese momento, en que me recuestas, me besas, me tocas y yo, atónita hago lo mismo disfrutando como si fuera ayer, como si no hubieran pasado tantas cosas, tanto tiempo.

Disfrutamos del amor que nos tenemos y del deseo que habíamos guardado por años. Sabios, nuestros cuerpos reaccionan uno con el otro como antiguos compañeros, como camaradas, logrando que las oleadas de placer se hicieran más intensas a medida que cabalgábamos en el carrusel de nuestro deseo. Pero hubo un algo diferente.

Dormir a tu lado, soñar en tus brazos, en tu cama. Despertar escuchando tu respiración agitada, poder observar tu sueño, disfrutar de la vista de tu cuerpo desnudo, tendido y visible en toda su extensión, puesto ahí sólo para mi deleite. Darme cuenta de que, contra mis costumbres, estoy desnuda yo también, sin ese pudor que no me había abandonado ni contigo. Fueron momentos muy especiales, mágicos.


Hasta que despiertas, me abrazas, me besas y me vuelves a hacer el amor con más cariño, con menos sorpresa pero con más alegría y yo no puedo creer que esté pasando así, sin prisas, sin ese sabor de lo prohibido que le había puesto picante a nuestra relación pero que ya me tenía angustiada y harta. Disfruto muchísimo más, si me concentro puedo volver a percibir el olor de tu sexo, nuestros olores confundidos, mis manos recorriendo, aferrándose a tu espalda, mis piernas cruzadas sobre ti: abrazo de fuego, de tierra mojada, de aguacero.

Nos dimos hasta el lujo de bañarnos y salir a comer, dormitar en el parque, platicar de lo bueno que hubiera sido tener un hijo juntos, de lo hermoso que habría salido el escuincle y lo fácil que hubiera sido para nosotros criarlo juntos. Te recuerdo la vez que en el súper nos dijeron “qué bonita pareja hacen, qué bonita niña tienen” y yo llego a la conclusión de que realmente debimos encontrarnos antes y hacer una vida juntos, pero quién sabe…

En fin mi querido Juan, mi tan queridísimo amigo, ¡qué bueno fue encontrarte de nuevo! Y qué bueno que seguimos queriéndonos quizá más que antes, no se, que el tiempo diga. Por el momento yo agradezco a la vida este reencuentro, espero que se repita y que las cosas, Juan, te salgan bien siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario